Convierte tus Buenos Propósitos en Resultados

Una botella de champagne abriéndose y fuegos artificiales

Un nuevo enero:
Mes internacional De Los Buenos Propósitos.

No, no lo busques en Google porque no lo vas a encontrar. Pero debería crearse el título, porque, ¿cuántos nos planteamos buenos propósitos para luego dejar que languidezcan y no lleguen a nada…?

Este fenómeno tan común en enero (también en septiembre con el inicio del nuevo curso escolar), es incluso mucho más frecuente en la profesión de formadores que en cualquier otra. Casi en cualquier acción formativa se producen pensamientos o conversaciones del tipo:

“muy interesante… la verdad es que tiene todo el sentido… la semana que viene, ya si eso, lo paso a limpio, me hago un esquema y lo pongo en marcha…”

Claro que en la semana que viene casi nunca ocurre el “ya si eso”, y así nos quedamos con un manual olvidado en alguna estantería sin que el aprendizaje teórico se convierta en práctica, sin que cobre vida y nos aporte verdadero resultado con el aprendizaje llevado al día a día (que es donde el aprendizaje aporta verdadero valor).

¿Y se puede hacer algo para que no se pierda el aprendizaje? ¿Se puede hacer algo para convertir las buenas intenciones y propósitos en realidad? Algo se puede hacer, aunque magia no sea 😉 Aquí van 10 recetas y claves para que conviertas tus propósitos en resultados y para que puedas ayudar a tus alumnos y participantes a hacer realidad los suyos (un fantástico dos por uno en este artículo):

 Convierte tus Buenos Propósitos en Resultados

10 Recetas y Claves Para Conseguirlo

1. Diferenciar deseo de objetivo.

Un deseo es algo que nos resulta apetecible, que nos gustaría que ocurriera en un tiempo futuro; un objetivo es un deseo concreto y cuantificado y con plazo de cumplimiento.Aprender PNL” es un deseo; “Hacer el Practioner de PNL con la Escuela X en el mes de julio” es un objetivo. ¿Hay diferencia…?

2. Pasar del impersonal a la primera persona.

Cuando formulamos un deseo de forma impersonal (utilizando el infinitivo) se produce un alejamiento de la acción. Es como decir “ojalá que ocurra”. De “gestionar mejor el tiempo” a “yo voy a emplear sólo una hora en Facebook al día”. Es esencial que sientas que el deseo a realizar depende de tu propia acción e involucración, no de un conjunto de factores externos o de que los astros se alineen.

3. De lo general a lo concreto.

El uso de verbos genéricos e inespecíficos como “gestionar”, “organizar”, “priorizar” nos aleja de ponernos en marcha. Es prácticamente imposible poner en la agenda una acción con duración concreta encabezada con esos verbos, por eso son tan fáciles de obviar y postergar. Ganamos mucho poder utilizando verbos de acción concretos: escribir, llamar, hacer… y combinarlos con acciones realizables en no más de una hora. «Organizar el despacho” suena a tarea ciclópea, mientras que “archivar o tirar los papeles de mi mesa” suena mucho más accesible.

4. Vincular el objetivo o la acción con los resultados deseados.

En realidad casi nadie quiere “organizar el despacho”. Lo que queremos es tener más espacio para trabajar, encontrar antes las cosas… Escribe la tarea y añade un “para… donde los puntos suspensivos serán tu ganancia en caso de realizar la acción. Así no te quedas solo con el esfuerzo, sino también con la recompensa.

5. De oral a escrito.

Las palabras se las lleva el viento… Pues agárralas a un buen cuaderno o a un archivo en el ordenador y que sople…

6. Escribirlo en la agenda con fecha y hora.

Para muchos las agendas son las que mandan en el día a día: si no está en la agenda, no se hace. Pues bien, utilízalo a tu favor y en el mismo momento en el que te plantees el propósito, conviértelo en una sucesión de acciones y reserva ya el espacio en tu agenda. ¡Ganarás un 200% de posibilidades de que ocurra!

7. De uno en uno, como los hicieron.

Frase que mi madre decía siempre y que debe venir de antes de la revolución industrial donde las cosas se hacen a miles al mismo tiempo 😉 Sin embargo, no hay mejor método para no lograr nada que plantearse muchas metas al mismo tiempo. Es tal el agobio que crea que abandonar está casi justificado. Primero uno y luego el siguiente.

8. Compartirlo con otros.

Algo tan sencillo como hacer público un compromiso y compartirlo con otro te puede dar la fuerza como para llevarlo a la práctica.

9. Celebrar los éxitos y los aprendizajes.

Cada vez que cumplas una meta, toma conciencia de ello y celébralo. Ganarás en auto estima y confianza y te será más fácil ir a por otros desafíos (para ello es esencial que las metas sean concretas y pequeñas y programadas a corto plazo).

10. Eliminar el verbo “intentar” del vocabulario.

Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. El verbo intentar es una autopista para el abandono temprano y enemigo acérrimo del compromiso.

Ahora, si quieres, bucea en tu interior buscando ese deseo que te gustaría ver cumplido y aplica estas simples 10 reglas, y verás como es más fácil… si no tus propósitos se parecerán a la foto del artículo, mucho ruido, muchos fuegos artificiales, pero sin concretar… «se va la fuerza por la boca«.

Así mismo, te recomendamos que se las entregues a tus alumnos y participantes a la hora de confeccionar los planes de acción al terminar una acción formativa. Si quieres ahondar sobre este tema de los planes de acción, te recomendamos que vayas al artículo que publicamos sobre el tema: http://formacionparaformadores.com/como-crear-un-plan-de-accion-post-taller/

Cómo crear un PLAN DE ACCIÓN post-taller

Cómo crear un PLAN DE ACCIÓN post-taller

Espero que te haya gustado este artículo, te haya resultado inspirador y motivador para tu labor del día a día, y que uses los nuevos aprendizajes desde ya mismo. ¡Verás qué buenos resultados da!

Convierte tus Buenos Propósitos en Resultados

Una botella de champagne abriéndose y fuegos artificiales

Convierte tus Buenos Propósitos en Resultados

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¡Feliz Año Nuevo! ¡Te deseo que todos tus buenos própositos se conviertan en resultados!

Un gran abrazo,

Miguel Ángel Romero
Fundador de FormacionParaFormadores.com

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