En mis talleres, cuando propongo una nueva técnica u opción para que la apliquen los participantes, en muchas ocasiones me responden con un “lo voy a intentar…“. Es una frase que hace que se me pongan los pelos de punta, porque bajo la apariencia de la buena voluntad de ir a aplicar lo aprendido, se agazapa uno de los más grandes castradores de proyectos: el intentarlo.
Suelo poner como ejemplo lo que dice el Maestro Yoda a Luke Skywalker en el “Retorno del Jedi”. Pero aquí, más que decirlo yo, que lo diga el propio Yoda… 😉
La nave de Luke está sumergida en el pantano. Previamente ha estado levantando piedras con el poder de la mente dentro del adiestramiento – entrenamiento que sigue como caballero Jedi-, y parece que Yoda es un facilitador, trabajando con los miedos y la resistencia al cambio…
Ante la propuesta de algo nuevo
“No, no lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.”
Todos tenemos experiencias previas. Todos sabemos que somos capaces de algunas cosas, porque ya las hemos hecho antes. Y todos tenemos dudas sobre nuestras propias capacidades, sobre todo en aquellas áreas que son nuevas, donde nunca antes hemos tenido éxitos: nuevos campos de acción, nuevos entornos, nuevas herramientas…
Desde ahí, parece normal el planteamiento de “lo voy a intentar“. «No sé si lo haré o no: al menos lo intentaré». ¡No, no lo intentes! Intentarlo deja la puerta abierta al abandono. ¿Cuantas veces lo vas a intentar? ¿Con cuántas dificultades estás dispuesto a enfrentarte…? Si yo “intento” escalar una montaña, y en las primeras rampas noto cierto ahogo o tensión en los músculos, seguro que aparecen pensamientos que me dan carta blanca para abandonar o, al menos, postergar la empresa:
hoy hace demasiado calor…
no estoy en forma…
igual esta ruta no es la adecuada…
Y puede que los argumentos sean ciertos, que haga calor, que no esté en la forma más adecuada, y que la ruta no sea la mejor, pero lo que está claro es que hay cierta predisposición al abandono, a no buscar una alternativa que me haga salir adelante.
Y eso es una de nuestras funciones primordiales como facilitadores para conseguir que integren el aprendizaje en su día a día. Que se crean capaces, que se comprometan con su objetivo de cambio, que hagan el diseño de forma previa para solventar las posibles barreras.
Por eso es tan importante trabajar el querer hacer, la actitud, la motivación y el compromiso, para que lo plasmen en un plan de acción que les lleve a su puesta en marcha.
Nuestro lema En Nuestros Talleres: No lo intentes, ¡Hazlo!
Hasta que uno se compromete, existe la duda, la posibilidad de retirarse, ineficiencia permanente. En todos los actos de iniciativa y creación existe una verdad elemental, y el ignorarla elimina innumerables ideas y planes magníficos: en el momento en que uno se compromete, también interviene la providencia.
Ocurren entonces todo tipo de cosas positivas, que de otro modo nunca se habrían producido. Una serie de acontecimientos derivan de esa decisión, poniendo a favor de uno incidentes fortuitos, encuentros y apoyo material, que ningún hombre podría haber soñado con lograr.
Sea cual fuere tu sueño, comiénzalo. La audacia tiene genio, poder y magia.
Goethe
Y tú, ¿lo intentas o lo haces?
¿Cómo ayudas a los participantes de tus talleres para que “lo hagan”?
Espero que te haya gustado este artículo, te haya resultado inspirador y motivador para tu labor del día a día, y que uses los nuevos aprendizajes desde ya mismo. ¡Verás qué buenos resultados da!
No Lo Intentes… Hazlo O No Lo Hagas
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Hasta la próxima. Un gran abrazo,
Miguel Ángel Romero
Fundador y Director de FormacionParaFormadores.com
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¡Y Tú Puedes Ser Protagonista!
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