Atrévete A Facilitar Más Que A Formar

Atrévete A Facilitar Más Que A Formar

A finales del mes de junio, tuve la oportunidad de celebrar -porque fue toda una celebración-, la primera edición del Taller De Dinámicas de Autor. Y curiosamente, una de las cosas que más llamó la atención de inicio, fue la diferencia existente entre un Curso y un Taller, cuando aparentemente se trata de dos palabras que utilizamos de forma casi indiferenciada.
Comparación Por Elementos entre Curso y Taller

Fui escribiendo en dos rotafolios lo que os ofrezco como imagen a continuación.

En primer lugar, el nombre de cada uno de ellos: Curso y Taller.

Al preguntar a los participantes cuáles eran las diferencias entre uno y otro, lo que surgía es que “Taller” suena a más práctico que curso, más dinámico.” Curso” tiene connotaciones de más formal, más teórico.

En segundo lugar, la figura de quien dirige uno y otro: Formador y Facilitador.

Tal vez la segunda es menos conocida en España, pero muy difundida y utilizada en Latinoamérica.

  • El Formador es quien dirige un curso, tiene el protagonismo, es quien habla y el que tiene que aportar. Su labor es enseñar.
  • El Facilitador asume un rol diferente. Su principal labor es poner fácil el aprendizaje. Que sea sencillo aprender. Y para ello, parece que su figura tiene que perder foco para dar cabida a los verdaderos protagonistas del proceso del aprendizaje: los destinatarios.

Como facilitador, se trabaja menos, y se cobra igual ;-). Eso sí, se tiene menos control de lo que va a ocurrir en la sala. Hay que estar preparado para los emergentes y aprovecharlos en el proceso de formación integrándolos. Requiere más flexibilidad y apertura. Su misión es crear las condiciones para que el aprendizaje suceda. Incluyendo si fuera necesario la generación de la disposición al aprendizaje. Para el “Formador”, las ganas de aprender se traen de casa.

En tercer lugar, la figura de quien recibe la formación: Alumno y Participante.

  • El alumno, es la denominación más habitual para señalar al que está en un proceso formativo. El lenguaje no es inocente, y alumno tiene connotaciones de cierto rol pasivo, de contraposición con “Maestro“, de discípulo: el que viene a aprender de alguien. Eso ocurre y es importante. Sin embargo, como adultos -y a los niños también les pasa-, nuestra forma de aprender es esencialmente relacional. Ponemos en contacto los nuevos conocimientos que adquirimos con lo que ya sabemos, con lo que estamos viviendo, con las posibilidades de aplicación en nuestra vida diaria. Dejar que alguien asuma un rol pasivo en el proceso de su aprendizaje es un error de gran calado. Al fin y al cabo, para mí al menos, aprender es una decisión y requiere de la colaboración y compromiso del que aprende.
  • Ese es el caso del “Participante. Alguien que participa activamente en el proceso. Que lo hace suyo, que piensa, opina, prueba. El foco recae en él. El docente o facilitador sólo puede ayudarle y ponérselo fácil, pero el verdadero aprendizaje va a estar íntimamente ligado a su disposición y actitud, a su participación, a su involucración. Aprendemos más de lo que hacemos que de lo que nos cuentan; nos queda más grabado aquello que vivimos que aquello que nos suena ajeno.

Para mí, por tanto, esta es mi primera labor en un proceso formativo: anunciarles que su rol tiene que ser el de participantes y no el de alumnos, que el proceso exige un compromiso por ambas partes y que la fundamental es la suya, para que se conviertan en “aprendedores”.

En cuarto lugar, el cómo, el vehículo para lograr el aprendizaje: Lección Magistral y Dinámicas e Historias.

Todos hemos vivido la figura de un formador que habla y habla, explica y explica… Puede que desde una gran sabiduría -en ocasiones ni eso-, pero en cualquier caso, si miramos nuestras propias experiencias, ¿qué grado de conversión se produjo con este sistema entre lo que me daban y lo que yo convertía en aprendizaje real? La “Lección Magistral” todavía muy presente en los procesos de formación. Está basada en el conocimiento del ponente, en el saber: conceptos, teorías, herramientas y modelos conceptuales…

En un taller, el vehículo son las experiencias, las dinámicas. Es ofrecer al participante un escenario y un marco donde pueda vivir lo que se le propone, que pueda experimentar qué hace y qué resultados logra con su hacer y, lo que puede ser aún más importante, que pueda comparar con otros participantes sus resultados y sus acciones. Lo que logra, es fruto de lo que hace y puede haber estrategias de hacer más útiles y efectivas para el logro que las que él ha utilizado. Por tanto, comparar y compartir con los compañeros, con otros participantes es clave. Y ahí sí se suele aceptar la explicación de porqué ha pasado lo que ha pasado, cómo se puede asegurar un mejor resultado, cómo actuar y cómo llevarse el aprendizaje al día a día.

Así mismo, la utilización de historias (cuentos o anécdotas) hacen de pegamento para la memoria, además de facilitar que cada uno pueda sacar su propia moraleja. Son mensajes universales con interpretación individualizada. El humor, la risa, también facilita la predisposición al aprendizaje y el recuerdo del mismo. Piensa en algunas formaciones que hayas hecho hace un tiempo… ¿Con qué te quedaste…? ¿Con una cifra…? ¿Una definición…? O más bien, con una historia, un ejemplo, una vivencia…

Mi recomendación: Atrévete A Facilitar Más Que A Formar

Y ahora quiero ofreceros un breve vídeo de unas escenas de una película que me marcó en mi adolescencia. Cuando se estrenó yo tenía 17 años y vivía una educación basada al 100% en la Lección Magistral, en ser alumno… A mí me marcó incluso más de lo que entonces sospechaba, viendo a lo que me dedico hoy y cuál es mi enfoque 😉 Mira este vídeo…

Y ahora, tomando en cuenta el esquema inicial, ¿qué te parece?

  • ¿Es un curso o un taller?
  • ¿Es un formador o un facilitador?
  • ¿Son alumnos o participantes?
  • ¿Usa la lección magistral o dinámicas e historias?
  • Y sobre todo, ¿cuál es el resultado? ¿Enriquece y hace más atractivo el proceso de aprendizaje? ¿Involucra a los protagonistas?

¿Cómo puedes tú llevar esto a tu día a día? ¿Te atreves a salirte del guión establecido? ¿Te atreves a subirte encima de la mesa? ¿Te atreves a contar historias? ¿Te atreves a meter humor? ¿Te atreves a hacerles actuar? ¿Te atreves a ponerte al servicio de su aprendizaje en vez de al servicio de tu guión…?

Espero que te haya gustado este artículo, te haya resultado inspirador y motivador para tu labor del día a día, y que uses los nuevos aprendizajes desde ya mismo. ¡Verás qué buenos resultados da!

Atrévete A Facilitar Más Que A Formar

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Hasta la próxima. Un gran abrazo,

Miguel Ángel Romero
Fundador y Director de FormacionParaFormadores.com

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